lunes, 28 de marzo de 2011

prende y apaga

Con la consigna, sino excusa, de una tarea facultativa el movimiento por la risa decidió darse a conocer en la novedad televisiva del año en curso: el prende y apaga, programa en el que Sergio Lapegüe visita el país de punta a punta a través de una cámara de televisión.

Previa averiguación de la ubicación exacta desde donde mostrar una sonrisa gigante hecha de cartón y afiches de colores, a las 23.59 de uno de los viernes más fríos del año podía verse a cuatro aventureros en 1 de Mayo y Córdoba frente a un monumento que de noche se encuentra desolado.

Una familia desde unos metros observaba a estos curiosos personajes que saltaban y reían igual o más aún que la falsa sonrisa, quizá debido a la garúa, pero sin duda felices por estar haciendo algo que les parecía una ridiculez. Después de una hora, durante la cual la sonrisa pasó de ser considerada parte de una campaña publicitaria de un dentífrico por los padres a ser atacada a patadas ninjas por lo hijos, una anciana tapada hasta las orejas con una bufanda y con frazadas “de más”, apareció saludando sonriente a los presentes al grito de “yo soy la abuela de TN”.

Ya lejos de ser los más extravagantes de la noche, los fabulosos cuatro, pasaron a un segundo plano en el desfile de personajes que aparentemente se dan cita todos los viernes en el lugar, uno tras uno. Un policía con su moto (en horario de actividad), una mujer acompañada por mili, una perra con sólo dos patas en un cochecito y Spiderman con su novia que distaba de ser Mary Jane, pero todavía faltaba el protagonista de la noche.

Todos esperaban ansiosos el llamado del conductor del programa a “la abuela”, un ritual consagrado que los representantes del movimiento por la risa se rehusaban a creer verídico, cuando de repente aparece en la oscuridad un auto rojo, con vidrios polarizados y música contagiosa, del que desciende una pareja de jóvenes, a la que todos corrieron a saludar. A primera vista ninguno de los dos presentaba características extraordinarias, hasta que el hombre abrió el baúl y empezó el show. Un par de metros de tela roja y amarilla y un martillo de cotillón fueron más que suficientes para predecir lo que iba a salir del vehículo luego de la transformación. El chapulín colorado y su chipote chillón -que de hecho chillaba gracias a un improvisado mecanismo artesanal- fue la frutilla del postre.

Los cuatro extranjeros en esa noche para otros cotidiana, miraban boquiabiertos a esta estrella proveniente del trencito de la alegría que minutos más tarde haría sus gracias frente a la cámara para toda la argentina y comentaría orgulloso que gracias al programa de Lapegüe un caricaturista salteño –el mejor del país- le mandó un día un dibujo suyo y de su amigo Spiderman que hizo viéndolos en la tele. Cabe destacar que el bosquejo, que luego mostró al público presente porque también se encontraba en esa bitácora chapulinesca que era su baúl, mostraba a un Hombre Araña trepado hasta lo más alto de un poste de luz y a un Chapulín en acción. Curioso fue notar que la imagen en lápiz era la misma que podía verse en vivo y en directo.

En cuestión de minutos, luego de salir al aire por TN, los actores fueron desapareciendo por donde entraron a escena. El lugar del encuentro quedó nuevamente desolado, excepto por una sonrisa gigante que le seguía mostrando orgullosa sus dientes a la Bandera Argentina.

prueba empírica

1 comentario:

  1. ser así de "incoherente" digamos (en el buen sentido.. de que un día saltás con este tipo de cosas de prende y apaga) es lo que te hace tan genial

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